La turmalina en la historia
La turmalina ya era conocida hace más de 2300 años, siendo un mineral que llamó mucho la atención de un filósofo llamado Teofrasto, a quien lo llamaba “Lyngurion”, el cual tenía la propiedad de atraer a la paja, pequeños trozos de madera cuando se calentaba o incluso ceniza.Esto dejó patente que se trataba de un material dotado de cualidades piroeléctricas. Pero no fue algo que cayese en el olvido con el paso del tiempo. Ya en el siglo XVIII, los comerciantes holandeses ya conocían a la turmalina y la llamaban “asshentrekker” o “tira ceniza”.
En el siglo XVI, y gracias a que puede llegar a ser muy parecida a piedras preciosas, hizo que apareciese en muchas de las grandes joyas creadas en aquellos años. Un claro ejemplo lo encontramos en una corona de zar de Rusia, aparentando ser rubíes. De hecho, aunque no está probado, hay diferentes teorías que aseguran que muchos de los rubíes que hay en las coronas de muchas casas reales, son turmalinas.
Si nos adelantamos más en el tiempo, nos vamos hasta el siglo XIX, a conocer a la emperatriz viuda Tzu Hsi, una auténtica admiradora de las turmalinas. Era tal su afición por la turmalina que la usaba en prendedores para el pelo, broches, cadenas de reloj, botones de chaqueta o incluso en cojines
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